Y lo peor... lo peor es que parece que mi hermosa está con alguien más. Estoy a punto de averiguar quién es. Aún no estoy seguro. Espero equivocarme... en verdad lo espero.
viernes, 25 de junio de 2010
Fuera de control
Y lo peor... lo peor es que parece que mi hermosa está con alguien más. Estoy a punto de averiguar quién es. Aún no estoy seguro. Espero equivocarme... en verdad lo espero.
martes, 22 de junio de 2010
Doña Güicha
Comencé por saludarla y por decirle lástima lo que le pasó al vecino, ¿no cree?
Inmediatamente volteó la mirada dándome la espalda y continuó regando las flores.
Sí, es... es, es una lástima, me respondió tartamudeando. Volteé hacia mis pies y vi unas tijeras de jardín muy viejas, posiblemente ya oxidadas. Maldita sea, ¿cómo es que nunca se le ocurrió que andar espiando a la gente le podría traer un problema así?
jueves, 10 de junio de 2010
Esa señora me observa detenidamente, con ojos saltones y burlescos. Puede verse que tiene cierto miedo desde que murió el infartado. No quiero que me tema, porque de esa forma ella se vuelve tan peligrosa para mí como yo para ella. Creí que estas vacaciones las pasaría bien. Pero cuando intento leer me acuerdo de ella, la única persona que quiero, con quien no sé qué es lo que quiero, tampoco se puede ver la televisión porque de lo único que hablan es de fútbol (antes era el catolicismo y ahora es ese estúpido deporte lo que te quieren meter a fuerzas en la cabeza). También creo que a ella le interesa alguien más. Ha estado cada vez más distante. No sé si fue algo que hice o dije. Si llego a saber que existe ese alguien más no sé cómo respondería, pero seguro no podría ser algo peor de lo que he hecho ya así que la verdad no me preocupa tanto. Si pude vivir casi todo lo que llevo de vida sin haber amado puedo seguir haciéndolo, al menos eso creo hasta ahora.
He decidido investigar si hay ese alguien, necesito comprobar que ella me corresponde en el sentimiento, porque no es cualquier sentimiento y no soy cualquier persona.
Espero no estar intentando llenar un vacío al que no le cabe nada porque, si es así, ¿qué sentido tendría lo que hago? Quedarse en el intento es lo más humillante que podría pasar. Y a pesar de todo no logro contestarme una interrogante. Si hay un destino marcado ¿qué caso tiene intentar hacer algo? Y, por otro lado, si todo tiene fin, de igual manera, ¿para qué molestarse?
El ser humano es la viva imperfección. ¿Sentimientos y emociones combinadas con sentido común y lógica? ¡Ahora queda claro por qué es casi imposible ser feliz! Hay que ser capaz de actuar lógicamente (no lo que uno cree lógico) satisfaciendo las emociones. "Nadie te conoce más que tú", dicen por ahí, pero ¿te conoces bien?, ¿sabes qué es lo que te hará feliz?, ¿sabes lo que es ser feliz?
No dejaré que todo eso interrumpa y cause una depresión en mi vida, pero son preguntas con las que hay que aprender a vivir. La vida sin un motivo propio es completamente absurda. Por eso los fanáticos religiosos terminan suicidándose, porque en la vida no hay objetivos establecidos, pero en su mundo, con su dios, seguro que los hay.
sábado, 17 de abril de 2010
La quiero
Es extraño, pero he pensado en matarla, a ella. No sé qué clase de sentimiento me llega cuando la veo o comienzo a recordarla. No entiendo lo que me pasa. Me pregunto qué tan difícil ha de haber sido para los principios del lenguaje llegar a asignar una palabra a cada sentimiento, es decir, diferenciar a cada uno y nombrarlos. Mi madre decía que siempre hay una primera vez para todo. Quizá ese dicho no se aplique a todo, pero la maldita tuvo razón esta vez.
Algo me hace quererla. Siempre he estado acostumbrado a tener razones, pero ahora simplemente es algo que está ahí y no se va. ¿Cómo pueden vivir las personas así? Ahora veo que les hago un favor al matarlas. Aunque lo del perro fue un favor a mí mismo, ya puedo dormir tranquilamente.
Cuando me pongo a leer y por algún o ningún motivo pienso en ella no puedo concentrarme por estar dibujando en mi mente su rostro o por recordar algún momento que hemos pasado juntos. La verdad es que a una parte de mí le gusta recordar eso, pero a la otra parte le provoca repulsión. Me da igual si siente o no lo mismo, mi sentimiento no cambia. No es algo que yo controle, si por mí fuera volvería a no sentir nada.
Desde que empecé a sentir interés por ella me he estado distrayendo mucho. Deberé tener cuidado con lo que haga, quizá me arrepienta después. Un día queremos algo y al siguiente nada.
He visto películas de amor y se me hacen estúpidas. No las entiendo. Pero ahora se me hace más estúpido vivir algo así. Sobre amor sólo he leído un poema que ha logrado llamarme la atención, de Rosario Castellanos:
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esa asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
Hasta aquí, la primera estrofa. Es muy interesante la forma en que empieza. ¿Alguna vez has pensado en matar a alguien? Apuesto a que sí. Quizá lo pensaste, pero decidiste que el pensamiento era demasiado fuerte y que es algo que jamás harías. El problema empieza, no por matar, sino, desde que te permites a ti mismo pensar en la posibilidad de hacerlo. Ahí es cuando tienes que elegir entre tomar una decisión u olvidarlo. O dejar que pase el tiempo, ver cómo reaccionas a eso.
Es extraño, hasta ahora he decidido que la quiero... la quiero matar.
viernes, 2 de abril de 2010
Enfermo
Hoy he pasado la mayor parte del tiempo pensando en ella, quizá la invite a salir después. Cuando estoy mucho tiempo sin ella siento que algo me falta. Me resulta raro que al estar a su lado me es indiferente. Sólo me afecta cuando no está ahí.
No sé si pensar que todo estaría mejor si no la hubiera conocido. Es algo inexplicable estar a su lado. Aunque una de las palabras que podrían encontrarle explicación es: tonto. No puedo hacer nada para cambiar lo que siento. Lo que sé es que puedo hacer dos cosas: mejorarlas o empeorarlas. Pero ¿qué las mejoraría y qué las empeoraría? Estas confusiones y ese sentimiento es de lo más incómodo. Desde muy temprana edad estaba consciente de que yo no era normal, pero eso no me detuvo e hice creer a quienes me rodeaban que era alguien común, aunque siempre sospechaban que yo era algo extraño, pues a veces no sabía cómo reaccionar ante ciertas situaciones. Hay momentos en los que un gesto (o la falta de uno) puede hacer la diferencia en una relación.
Ahora he vuelto a no saber cómo reaccionar. Esta vez es diferente, empiezo a sentir algo dentro de mí y no es una enfermedad física, pero causa las mismas ganas de vomitar.
sábado, 20 de marzo de 2010
No era más que un perro
"Ya cállate", pensaba. Me arrepentí de matar al perro sólo porque me entretuvo una hora hablando de su difunto (que bien merecido lo tenía). No sé qué era más molesto: no poder dormir por los ladridos de aquella bestia o escuchar en un eterno momento al enfadoso vecino. Yo sólo asentía con la cabeza y, después de un largo rato de abrumador discurso, empecé a pensar en matarlo a él.
¿Tú crees que lo maté ahí mismo? Antes de que pudiera tomar una decisión dijo adiós y se fue. Regresé a mis labores; actuaba pero pensaba completamente en otra cosa. Me invadió la necesidad de matar. Lo que sobró de la tarde me dediqué a pasear entre las segundas de la ciudad y encontré un cuchillo algo viejo, con suficientes huellas digitales como para confundir a la policía. Me puse guantes de látex, tomé el cuchillo y regresé a casa. Lo pensé y no cambié de decisión. Afortunadamente, hubo una fiesta en el parque del barrio y todos estaban ahí. Excepto el vecino. La puerta estaba abierta y entré silenciosamente. Él estaba en el patio trasero, lloriqueando. Yo tenía los guantes y el cuchillo en mano. Lo llamé y brincó de un susto, preguntando sobre qué hacía en su casa. Le dije que sabía quién había matado a su perro, pero no me contestó. Supuse que en ese momento tenía cosas más importantes en las qué pensar que en su estúpido perro. Me le acerqué con completas intenciones de matarlo, pero en ese momento ocurrió algo muy gracioso. La tensión de la situación fue muy fuerte para él y se infartó. Creo que no tenía más de 60 años.
No pudo ser mejor, así ni siquiera me ensucio las manos. Comprobé que de verdad estuviera muerto y salí tranquilamente de su casa para llegar a la mía. Me hice un chocolate caliente y me senté frente al televisor a escuchar las noticias. Todo marcha muy bien ahora.
lunes, 8 de marzo de 2010
¿Por qué?
Ayer fue de lo más aburrido e incómodo. A pesar de que me gusta asesinar, ir a funerales resulta molesto. Esta vez yo no tuve nada que ver. Murió un pequeño sobrino que se ahogó en su piscina.
Lo enfadoso de ir a esos rituales es que, primero, te hacen esperar. Pasa el tiempo y ves a tu alrededor. Puedes ver que la gente está muy seria (algunos hasta llorando y aun no llega el difunto) y rara vez alguno se atreve a hablar. Lo divertido es que ese tipo de cosas es lo único que une a la familia. Me pregunto cuántas familias se han reunido por culpa mía. Perdí la cuenta hace tiempo, pero eso no importa. Pasó media hora y al fin llega el difunto y su familia directa con el rostro bañado en lágrimas.
Como sea, si me molestó estar ahí, más molesto me resulta describirlo. Yo solía visitar a esa familia y me la pasaba bien. Ahora que los veo dudo volver a visitarlos. Me alegra no ser un buen amigo suyo ya que tendría que apoyarlos y me habría quedado más tiempo en el funeral. Ignoro porqué fui.
Es por eso que evito que la gente se me acerque hasta cierto punto. Lo más común que pasa es que hacen algo o me regalan algo especial y yo no sé cómo reaccionar. Es obvio que no siento nada, pero no quiero que ellos descubran quien soy en realidad. Así que lo más fácil es fingir.
He perdido amistades por no saber qué cara poner o qué palabras decir. Igual y un par de amistades no importan, siempre es fácil encontrar más. Lo difícil es seguir siendo ese que ellos creen que soy, quien soy yo e incluso a veces: quien creo yo que soy. Porque no siempre se sabe quién es uno mismo. Todos en algún momento se desconocen. Pero ¿quién se conoce en absoluto? Ni siquiera sabemos de qué somos capaces hasta que (a veces accidentalmente) lo hacemos.
Siempre me he dicho a mí mismo: soy un espectador; mi mente y mi cuerpo son el artista. Y ese artista prueba con diferentes cosas para ver qué me gusta. Yo no puedo controlar qué pensar, y quizá sí puedo controlar lo que hago, pero descubrí que la vida es más divertida si haces lo que quieres. Lo raro es que nunca siento más allá de una simple satisfacción.
Y algo que he aprendido es que no debo sentirme culpable por lo que siento, pienso y hago. Nadie es culpable de sus acciones. Todos son inocentes desde cualquier punto de vista. Y la forma más fácil de explicarlo es que, si hay un dios, él es el culpable de mi existencia y de mi pensar. El libre albedrío contradice a un dios. Más aun si este es omnisciente y omnipotente. Porque de este modo él ya sabría desde antes de nuestra existencia quienes seremos y cómo seremos. Siendo omnipotente lo podría cambiar o podría evitar que existiéramos. Al castigarnos se castigaría a sí mismo.
Pero si no hay un dios y nos preguntamos: ¿por qué hay gente que asesina? se nos dirá que están enfermos o tienen algún trauma. Y si preguntamos: ¿por qué están enfermos? quizá respondan que es por algún error genético algo así. Pero si insistimos preguntando: ¿por qué? ¿por qué? y ¿por qué? llegaremos al punto del origen de todo. Donde todo nació. Y ahí sí que nadie tiene la culpa. Nadie es culpable de haber nacido.
sábado, 30 de enero de 2010
No me culpen
Todo esto de la mente resulta muy atractivo. Puedes hablar años con una persona y creer que es tu mejor amigo, pero nunca sabrás realmente quién es. Yo, a diferencia tuya, en un momento puedo conocer a quien sea. Enserio, se puede llegar a conocer a una persona muy bien mientras la matas. La reacción ante la muerte dice mucho de la persona. Soy muy sociable si lo ves de esta manera; me gusta conocer gente. Lo malo es que no siempre hay la oportunidad de conocer personas. No me agrada que esas oportunidades se presenten solo cuatro o cinco veces al año, pero eso es lo que lo hace especial. Si fuese algo cotidiano se tornaría aburrido. Al principio sí, maté 30 en un año. Me cuesta trabajo pensar que no me descubrieron. Pero después me calmé. Soy como un niño al que sus papás le compran un videojuego. Primero lo jugará mucho, después, con el tiempo, le irá aburriendo hasta que lo deje de jugar. Como dicen, la vida es un juego. Un juego que yo no elegí jugar, cuando nací ya estaba ahí.
jueves, 14 de enero de 2010
¿Matar o no matar?
El primer tipo que maté fue un testigo de Jehová. Decía que el fin del mundo estaba cerca, que yo debía buscar la salvación leyendo la Biblia. No sé qué haría sin la Biblia, Jehová se convirtió en una especie de ídolo, ¿quién más sádico que el creador de todo?
¿Sabe?, le dije, tiene usted razón, Jehová está en mi corazón y lo aceptaré. Haré lo que dicte mi corazón. Mi corazón dictaba: mátalo, a él y a su familia.
Descubrí donde vivía y durante la noche lo asesiné. No me sorprendió que no tuviera esposa ni hijos; nadie soporta a un tipo que carga siempre una Biblia y va de casa en casa tratando de convencerte, como dijo Jorge Carlin: "De que hay un hombre invisible viviendo en el cielo, que mira todo lo que haces cada minuto de cada día y el hombre invisible tiene una lista especial de diez cosas que no quiere que hagas. Y si haces cualquiera de esas diez cosas, tiene un lugar especial lleno de fuego y cenizas y tortura y angustia, a donde te mandará a vivir y sufrir y quemarte y ahogarte y gritar y llorar por siempre jamás hasta el fin de los tiempos... ¡Pero te ama!"
En fin, después de matarle salí de su casa (era de noche, por cierto) y no había nadie. Llegué caminando a mi hogar despeinado y con la ropa sucia. Fue un completo desastre ese asesinato. Igual nunca se pueden mostrar sólo triunfos.
Después de eso descubrí lo que verdaderamente me apasionaba. Lo repetí muchas veces con toda clase de personas. Hombres, mujeres, ancianos, niños... y de lo único que me arrepiento es de no haber asesinado a muchos más cuando podía. Cada vez es más difícil evitar a la policía.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
El valor de una vida
Veamos qué tan cierto y qué tan claro tienes eso:
¿La darías a cambio de la persona que más amas?
... ¿Verdad que a las personas se les puede poner un precio? ¿Cuán difícil te fue admitirlo? Obviamente vale más una persona que amas que una que se está muriendo en África. ¿No lo habías pensado? Apuesto a que sí... tú y yo no nos diferenciamos mucho. De hecho, yo tampoco daría mi televisor por ti.
lunes, 7 de diciembre de 2009
Todo bien, todo en orden
La gente anda loca, los padres quieren saber quién lo hizo, sus amigos estuvieron como 3 ó 4 horas en el velorio, yo la verdad me aburrí a los 15 minutos. Lo bueno es que mi avión salía ese mismo día y convencí a mis suegros que no podría ir al funeral, pero que me pusieran al tanto de lo que pasara.
Cuando me enteré de que el forense no podía saber todo lo que le ocurrió antes de la muerte me sentí un tanto poderoso y orgulloso. Recuerdo exactamente todo lo que le hice, pero claro, no entraré en detalles aquí. Suficiente deben tener con que lo confiese. Además, no es prudente, las personas a veces necesitan privacidad.
Hoy me relajé tanto... tomé una ducha con agua casi hirviendo que gradualmente se empezó a poner cada vez más fría. Después me preparé un chocolate caliente, me senté en el sillón más cómodo del cuarto y me puse a leer.
Quizá más tarde salga al parque que está frente al hotel. A lo mejor me fijo en alguien.
Malditos imbéciles, creen que son interesantes, creen es bueno llamar la atención, por eso pasa lo que pasa. Pronto alguno más de ellos se lamentará por haber sido tan idiota. Aprenderán. Hasta ahora todos dan asco.
viernes, 4 de diciembre de 2009
¿Época de felicidad?
Tranquilamente salí, como siempre lo hago, a comprar la comida y un poco de ropa. A los 3 minutos que tenía manejando me encontré con un tráfico enorme. Vaya sorpresa con la que me topé: Un imbécil hablando por teléfono en su auto estacionado ocupando un carril de la carretera. Si tuviera una pistola con silenciador lo hubiera matado ahí mismo, desde mi carro. Pero como no fue así, tuve que aguantarme las ganas.
Fui al súpermercado y compré las cosas para comer, volví a mi auto, metí la comida y me dirigí a una tienda de ropa a ver qué había de ropa. Estaba muy lleno, la gente agobiaba y estaba desquiciada, no soporté mucho tiempo y ya me iba cuando me llamó la atención un abrigo, era el único que quedaba y yo lo quería ver. Me acerqué y un imbécil chocó conmigo casi empujándome y tomó el abrigo.
Entonces sí que me molesté. Yo sólo quería ver el abrigo, ni siquiera lo iba a comprar, además, uno no espera a ser tratado de esa manera tan repugante.
Lo vi entrar a un probador. Tomé un gancho para la ropa y lo extendí de la parte de donde se cuelga. Me dirigí a donde se encontraba. Abrí lentamente la puertilla, estaba probándose unos zapatos. Entré y cerré rápido la puertilla, apenas abrió la boca le encajé el gancho en el corazón, "Ahí lo tienes, ¿te gusta el abrigo? ¿crees que valió la pena? Mírate, por una idiotez perdiste más que eso.", le dije.
Ahí mismo donde lo maté, lo dejé. Pensé en llevarme el abrigo, pero mi sentido común me decía que debía salir de ahí.
No me descubrirán, aquí se mata gente a diario. En fin, al llegar a casa me preparé de comer y me senté al televisor. Terminé rendido y eché una siesta.
jueves, 3 de diciembre de 2009
¿Miedo a la eternidad?
Pero si vemos a esas parejas viendo el atardecer en un parque da mucho que pensar. Es decir, ¿te los imaginas a los 20 años de casados? Pongámoslo así: Estudios científicos han comprobado que el enamoramiento es un proceso bioquímico en nuestro cerebro que perdura de 2 a 3 años, a veces más, pero al final la atracción química decae. La pareja, entonces, se encuentra ante una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias como el compañerismo, el afecto y la tolerancia.
Si nada es para siempre ¿para qué hacer algo? Muchas veces me he preguntado: las personas ¿a qué le temen? ¿A la muerte? Es lo único que dura por la eternidad.
He visto que los ateos afrontan la muerte más sencillo que los creyentes. Es decir, el ateo siempre se ha hecho a la idea de que es el final, y es raro que le tema. Pero el creyente... ¿por qué llora cuando se murió su hijo de 6 años? Se supone que está en el cielo, en el mejor lugar de todos los universos. Es estúpido cuando lo piensas. ¿Será que el creyente no le tiene miedo a la muerte en sí, sino, a todo aquello que no pueda ser una agonía fantasmal? Es decir, tiene miedo de que enrealidad sea el fin, tiene miedo de estar equivocado, ¿Será que en el fondo duda? [....] Como dijo Voltaire: "Todas las religiones son una evasión a la muerte." Y me atrevo a decir que, en efecto es una evasión, pero una evasión temporal porque a la muerte no la pudo evadir ni Dios... Dios murió desde que el primer hombre negó su existencia.